Tengo una sensación
tan rara. Sé que estoy buscando algo, algo que alguna vez reconocí pero no logro
recordar.
Cuento con piezas de
un rompecabezas sueltas, algunas boca
abajo que pasan desapercibidas, otras vuelan por el aire y una que otra, me
anda buscando por el mar porque lo que busco me anda buscando; lo que llamo me
anda llamando pero los ojos, los ojos que están hechos para ver no ven.Hay un
velo de emociones incontenidas que los cubren, una columna húmeda delante de
esos ojos infinitos que no pueden disimular la nostalgia del que extraña, del
que añora, vale lo mismo si es algo que se recuerda o no; extrañar siempre
duele porque el vacío en cualquiera de sus formas lastima .
Y mis manos que están
hechas para tocar, inexpertas como son
llenas de una sensibilidad absoluta, pero temerosas. Aunque tengan miedo
sirven para acariciar, para recorrer,
para trazar caminos y colorearlos. Sí mis manos también te llaman (mientras
escucho que me llaman).
Y yo acá busco, busco en silencio, entonces, ese recuerdo que grita mi nombre se enciende como una antorcha, como un faro en
el medio del mar guiando a mis barcos y navegantes.
Ahora las manos no
tienen miedo de recorrer los mapas, ni de atar sogas o de la brisa porque cuando estoy en mis barcos es la misión
la que llama y con el destino en mis
manos; el destino son mis manos.