viernes, 7 de junio de 2013

Extrañando




Tengo una sensación tan rara. Sé que estoy buscando algo, algo   que alguna vez reconocí pero no logro recordar.
Cuento con piezas de un rompecabezas  sueltas, algunas boca abajo que pasan desapercibidas, otras vuelan por el aire y una que otra, me anda buscando por el mar porque lo que busco me anda buscando; lo que llamo me anda llamando pero los ojos, los ojos que están hechos para ver no ven.Hay un velo de emociones incontenidas que los cubren, una columna húmeda delante de esos ojos infinitos que no pueden disimular la nostalgia del que extraña, del que añora, vale lo mismo si es algo que se recuerda o no; extrañar siempre duele porque el vacío en cualquiera de sus formas lastima .
Y mis manos que están hechas para tocar, inexpertas como son  llenas de una sensibilidad absoluta, pero temerosas. Aunque tengan miedo  sirven para acariciar, para recorrer, para trazar caminos y colorearlos. Sí mis manos también te llaman (mientras escucho que me  llaman).
Y yo acá busco, busco  en silencio, entonces,  ese recuerdo que grita mi nombre  se enciende como una antorcha, como un faro en el medio del mar guiando a mis barcos y navegantes.

Ahora las manos no tienen miedo de recorrer los mapas, ni de atar sogas o de la brisa  porque cuando estoy en mis barcos es la misión la que llama y con el  destino en mis manos; el destino son mis manos.