domingo, 30 de abril de 2023

Nubosidad

 Federico ahora es el que piensa: hay algo suave, algodón de azúcar que se siente adentro. La mano helada en contacto con la piel del esternón. El frío del hormigón que existe en ese pecho es lo que parece terminar, transmitiéndose a la piel de ella y de ahí, a su mano.

Atrás de toda esa coraza se siente, se intuye, se percibe un espacio cálido y húmedo. Dulce y esponjoso, como un algodón de azúcar rosa. Y adentro de eso, el paisaje de un antiguo bosque. Un bosque que hace varios años se volvió tundra. 

El frío que sale del pecho se va perdiendo por las fisuras del hormigón, gracias a esa mano que recorre y calienta el pecho. Se transmite el calor que derrite el hielo para dar agua líquida. Festejan los musgos y las semillas enterradas en esa tierra fértil que ahora, están empezando a germinar y en el futuro formarán un nuevo bosque totalmente distinto al anterior.

Cada invierno dura lo que nosotros queremos.