viernes, 10 de abril de 2015

Mancha

Se le había quedado pegado en la piel, era una marca que antes no estaba, como un velcro, áspero y viscoso.
Se bañaba, se refregaba con la esponja...hasta agua hirviendo probó pero,  no se salía.
 Un día   vino de repente, como un soplo, como una revelación. Esa parte de su cuerpo ya no era la que ella sola se había encargado de construir, sino resultado de  su esfuerzo con el de otro.
Esa parte se construyó de a dos, por eso, era distinta a las otras.
Reclamando al que no soy yo sino otro, que también le había dado vida.
Sólo que ese reclamo ella lo sentía como  ausencia e incomodidad.
Y así fue como entendió que cada persona que llegaba le transformaba el cuerpo y fue aceptando las asperezas que, poco a poco, cicatrizaban volviéndose suaves...y ya no había distinción entre lo que había sido mío y lo nuestro.